lunes, 16 de marzo de 2009

En Vietnam la muerte no es el final

El empeño de Mr Phuong de que entienda la cultura de su pueblo, le lleva a invitarme a participar en variados acontecimientos de la vida de los vietnamitas. Al terminar de trabajar, sólo necesito ponerme mis zapatos y el casco que tienen reservado para mi y estar preparada para lo inesperado.
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Ha muerto el abuelo de un amigo y la noche del lunes se celebra el funeral en una casa de las afueras. Cuando llegamos ya es de noche cerrada y tenemos que dejar la moto a unos 300 metros porque el camino hasta la entrada es tan estrecho que sólo se puede recorrer andando en fila india.
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En la puerta una hilera de coronas de flores y Mr Phuong, que va delante de mi, se gira y me dice que dentro de la casa le siga y haga lo mismo que él.

Veo que saca un sobre de su bolsillo, en el que escribe algo antes de entregárselo a dos hombres que están sentados tras una mesa; coge una bandeja con incienso, bebidas y algo más que no consigo ver y y se dirige a un altar donde, tras encender el incienso, deposita la bandeja y se retira unos pasos hacia atrás. Un hombre con un micrófono empieza a leer en alto el texto del sobre y cuando termina otros tocan los tambores. Se inclina hacia adelante con las manos unidas frente a la cara y yo, que estoy a su lado, hago lo mismo.
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Luego me cuenta que en el sobre hay dinero que se entrega a la familia y que el texto es una breve presentación sobre la persona o familia que lo entrega, que se lee en alto para que todos los asistentes lo escuchen.



Entramos en la casa y encendemos incienso sobre el ataud. Varias mujeres cubiertas de paños blancos acompañan al fallecido en la habitación. A continuación salimos de nuevo al exterior de la casa y hablamos con algunos familiares, que agradecen nuestra presencia. Los hombres llevan alrededor de la cabeza una banda de tela blanca y algunos unas túnicas como las que podéis ver en la foto. La diferencias entre unos y otros se deben al grado de parentesco que tienen con el muerto.


En el exteror de la casa nos sentamos en las mesas que hay preparadas para tomar el té, tras un rato, nos invitan a quedarnos a cenar. Durante la cena no dejan de sonar los tambores de la cantidad de gente que va apareciendo por la casa, calculo que más de 200 personas. Al terminar de cenar damos el pésame a algunos familiares y volvemos por el mismo camino estrecho, ahora con más coronas de flores. La única frase que pronuncia Mr Phuong es "In Vietnam the death is not the end", de las pocas que le he oído pronunciar sin sonreir.

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