lunes, 30 de marzo de 2009

De saltos cuánticos y apagones

Tras decir adiós a Hai Phong, la ciudad en la que hemos pasado el último mes, y a las personas con las que hemos convivido todo este tiempo, viajamos a Hanoi desde donde volaremos con destino a nuestros hogares; excepto Debbie que pasará quince días en China antes de regresar a NY.



Revisamos en el minibús nuestros itinerarios de vuelo y al hacerlo nos damos cuenta que la despedida será inevitable. Cóctel de sentimientos, pena por separarnos de tan buenos amigos, alegría por volver a encontrarnos con nuestros seres queridos y algo de vértigo pensando en el aterrizaje en nuestro universo habitual, porque cómo me dijo un amigo la experiencia que hemos vivido es como un salto cuántico.
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Por la ventanilla del minibús dejo atrás a los búfalos a los campos de arroz, a los niños descalzos y pienso en que ahora soy un electrón con la energía suficiente para dar un salto, modificar mi estado y cambiar de órbita…, Mark me devuelve a la realidad metiéndome el móvil por la oreja para enseñarme una foto de su hijo vietnamita.
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Llegamos a Hanoi el viernes por la tarde y nos recibe en el hotel una comitiva de mujeres empresarias de Hanoi con las que pasamos la tarde antes de ir a cenar con Mark que nos invita para despedirse de nosotros. Después de cenar nos vamos a tomar una cerveza a una terraza desde la que observamos divertidos el caos de tráfico de la ciudad.

El sábado día de turismo y compras. Visita al museo de Etnología de Hanoi, donde se exhiben las numerosas etnias que conviven en Vietnam, a algunas las reconocemos porque las hemos visto en persona, que es mejor que disecadas. En el museo utilizan el programa de IBM TryScience para los niños.




Arjan parece estar en su salsa regateando, compramos palillos, bolsos, sombreros, camisetas, pantalones de seda, comparado con España todo es super barato, aunque haga falta sacar un millón de dongs vietnamitas (menos de 60$) del cajero para poder pagar las compras, Vietnam es el único país en el que he estado donde soy millonaria. Ahora me acuerdo de la gente que me aconsejó dejar hueco en la maleta y a la que no hice caso.




Pero aunque juguemos a ser millonarios, después de pasar un mes comiendo en casas o en restaurantes callejeros nos parece algo caro un sitio que recomiendan en las guías, a una media de 8 dólares el plato y seguimos caminando por Hanoi buscando donde cenar cuando nos topamos con una plaza donde se celebra la hora del planeta, multitud de personas frente a un escenario en el que actúan músicos y donde en breve aparecerán las autoridades para apagar las luces de la ciudad durante una hora, la cena tendrá que esperar. Nos confundimos con la multitud y enseguida nos ofrecen unas velas que necesitaremos encender en breve, jóvenes y mayores descendiendo a la oscuridad para poder ver la luz, a veces es necesario.


La mañana del domingo la pasamos en un café con conexión a Internet preparando las entrevistas con los medios de comunicación que tendremos el lunes: IT and Life Program, Vietnam ICT News y The News Voice of Vietnam, lo que nos sirve para rememorar las cosas que hemos vivido durante este tiempo. Por la tarde alguna compra más, masajes a 4 dólares y empezamos a decir adiós a los que parten primero: Debbie, Ashok y Joanna, el lunes, después de las entrevistas, nos vamos el resto.




Los saltos cuánticos son la causa de la emisión de luz, al decirles adiós percibo la nueva luz que irradian sus miradas.

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