lunes, 16 de marzo de 2009

Un día inolvidable

El sábado descubro que el cielo de Hai Phong es azul. Hasta ese día, aunque no lloviera, estaba cubierto de nubes como si fuera una prolongación del asfalto; la humedad y la polvareda del tráfico lo tiñe todo de un tono marrón-grisáceo. Pero el sábado amaneció despejado para recibir al General Manager de IBM en Vietnam con el que teníamos una reunión para contarle el progreso con nuestros clientes y ofrecernos el soporte de su equipo local. Nos interesó mucho lo que nos dijo sobre la cultura empresarial en Vietnam y su experiencia. Aquí estamos con él con la camiseta del Hai Phong Blue Team que se llevó puesta para ir a visitar a un cliente.

Trás la reunión, comida ligera en el hotel y rumbo a uno de los planes improvisados que surgen cada día, Mr Phuong nos invita a asistir a la boda de la hermana de su novia. Nos advierte que será muy diferente a la boda a la que asistimos hace unos días, es una celebración familiar y modesta con lo que cree que podremos vivir más de cerca y entender las costumbres de su país. Y que razón tenía.
-
Gosia y yo vamos en taxi hasta la casa de la novia y el resto del team se va de compras. Llegamos a nuestro destino después de más de una hora de viaje y de que el conductor se detuviera a preguntar por la dirección unas 15 veces. La familia nos recibe con la amabilidad habitual de los vietnamitas y nos ofrece un té, galletas y pipas de calabaza tostadas. Quieren comunicarse con nosotras y nos hacen todo tipo de preguntas, desde las habituales sobre la edad, la familia, etc. hasta consultas sobre el Real Madrid porque una de las tías de la novia es seguidora del equipo. Aparece la novia guapísima y nos agradece que estemos allí en un día tan importante para ella. Mr Phuong nos cuenta que los novios oficialmente están casados, que ayer firmaron los papeles y que han ido al estudio de fotografía para retratarse como marido y mujer (la novia puede elegir entre varios vestidos blancos con los que salir en las fotos), hoy viste de de rosa.
-
La ceremonia del sábado es la segunda parte de la boda y al día siguiente continuaba la fiesta, hoy se trata de que las familias se encuentren, los patriarcas intercambien las palabras de rigor y de que los novios comiencen a vivir en su nueva casa (una habitación adosada a la casa de los padres del novio).
-
En la casa de enfrente esperan los regalos que la familia del novio entregará a la novia en bandejas decoradas con celofán y lazos de colores. Una vez los recogen y entregan pasamos un rato con los demás invitados en casa de la novia para después desplazarnos a casa del novio. Conmovedora la casa y el contraste de las manos de campesina de la madre del novio con el traje de seda que vestía para la ocasión. Tras despedirnos de los novios, que estrenaban su nueva casa, volvemos nuevamente con la familia de la novia que insiste en que nos quedemos a cenar; rápidamente llamamos a nuestros amigos para decirles que no nos esperen.
-
En la cocina sólo hay hombres y cuando preguntamos el por qué nos dicen que hoy cocinan ellos porque son más fuertes y rápidos. Ayudamos a poner las mesas y a llevar la comida al piso de arriba donde sobre unas alfombras se servía parte de la cena. A nosotras nos sientan con las personas mayores de la familia, las más respetadas, como signo de la importancia que dan a nuestra presencia. La cena es muy agradable, con algún incidente con la comida. Sirvieron algunos platos digamos interesantes, cuajada de sangre de cerdo de un rojo penetrante, algo que parecían arterias de animales y patas rebozadas de un ser vivo que no supimos adivinar porque tenía unas uñas muy extrañas, luego he descubierto que es un tipo de rana. También carne de pato, adobada con limón, con un olor a carne cruda que aún al día siguiente no lograba olvidar. El dilema era cómo no probar algunas cosas sin ofender a la familia, me hubiera gustado poder decir que era vegetariana, como Murali y Ashok, nuestro colegas de la India, pero no colaba porque en nuestra mesa estaba Mr Phuong y un amigo suyo que nos han visto comer de todo. La mayor parte de las cosas las comimos y las que no, las devolvíamos con una sonrisa al cuenco de arroz de las abuelas. Durante la cena brindamos por los novios con un licor capaz de matar cualquier bacteria despistada. Me sigue gustando la comida vietnamita, aunque no coincidamos en el concepto de delicatessen. Al terminar la cena la bisabuela de origen indio, que nos tenía impresionadas, nos invitó a pasar la noche ya que al día siguiente venían los novios y continuaba la celebración; pero teníamos una excursión y nos volvimos a Hai Phong en moto. Fué un día genial que no olvidaremos.
-
Al irnos, vimos que estaban lavando los platos de la cena en las aguas pantanosas que bordeaban la casa, por mi cabeza un fugaz recuerdo de la vacuna del cólera que me puse antes de venir.
-
El viaje de vuelta fué muy largo y cuando llegamos al hotel nuestros ojos parecían dos bolas de fuego. Gosia me sugiere que para evitar la indigestión demos unos tragos a la petaca de Vodka que se ha traido de Polonia, dice que a ella le funciona. Yo, después de ver junto al río la rata muerta más grande que he visto jamás, no dudé en seguir su consejo.
-
He seleccionado unas fotos para vosotros, con genuina música vietnamita de fondo. Elegí la canción de un disco que me dejó el conductor de la empresa donde trabajo porque era la melodía que más me gustaba. No entendía la letra y hoy me han explicado que está bien escogida porque es una canción muy tradicional en Vietnam donde una pareja habla sobre el inicio de su nueva vida en común.
-


El domingo la Cámara de Comercio y mi cliente nos habían organizado una excursión a una isla cercana, previo paso por un nuevo resort de lujo en construcción y un casino que no nos interesaron nada. Llegamos a la isla en barco y comimos en plan picnic. Por desgracia están haciendo un puente y dentro de unos años se podrá ir en coche; después de ver el tamaño de la isla no acabo de entender como van a llegar los coches, aparcar y dar la vuelta, a lo mejor vuelven marcha atrás.
-
Lo mejor el paseo en barco, aunque como iba en cubierta se empeñaban en darme el chaleco o "flotavidas" como lo llaman en el sitio donde veraneo, y sobre todo las vistas desde el faro que corona la isla.


La tarde del domingo la pasamos en el orfanato y una vez más fué maravilloso. El plan era estar con los niños y jugar y jugar con ellos. Nos enseñaron un juego parecido al bádminton, lo llaman shuttlecock, al que se juega con el proyectil de la foto y en lugar de con raquetas con las piernas y los piés; los más hábiles incluso con el pecho y la cabeza. En los parques de la ciudad hay gente de todas las edades jugando y alguna noche salimos al patio del hotel a jugar entre nosotros.



No hay comentarios:

Publicar un comentario